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Tipos de anticuerpos

Existen cinco isotipos principales de immunoglobulinas producidos por humanos. Las inmunoglobulinas suelen nombrarse según el tipo de cadena pesada incluida en su estructura; por ejemplo, el IgM se basa en cadenas pesadas µ (la letra grieta «mu», que hace referencia a «micro»), mientras que el IgG contiene cadenas γ (la letra griega «gamma»).

IgG

Este es el tipo de anticuerpo más abundante en seres humanos. Supone el ~80 % de todas las moléculas de inmunoglobulina en circulación. Lo producen principalmente las células de memoria B y las células plasmáticas, y circula libremente por el plasma sanguíneo y por el fluido linfático. Sirve para unirse a patógenos invasores y a otros antígenos foráneos, activando una cascada de señalización que activa a su vez el complemento y el reclutamiento de otras células inmunes.

Debido a su producción por parte de las células de memoria, el anticuerpo IgG puede servir como un buen marcador a la hora de saber si un paciente ha estado infectado con un patógeno concreto o ha recibido con anterioridad una vacuna para el mismo.

IgM

El IgM es el primer anticuerpo que producen las células B al encontrarse con un patógeno por primera vez. Como tal, es un buen marcador diagnóstico para saber si un paciente está infectado por un cierto patógeno en ese momento. Los pacientes que tienen grandes cantidades de un anticuerpo IgM pero carecen de anticuerpo IgG para una enfermedad concreta, suelen requerir una segunda prueba unos días después para confirmar la infección.

Aproximadamente el 10 % de los anticuerpos en circulación son del isotipo IgM. El papel principal del anticuerpo IgM es activar el sistema del complemento y desencadenar una respuesta inmune.

El anticuerpo IgM puede formar un pentamérico (cinco moléculas juntas), que tiene en total diez sitios de unión para los antígenos. Esta enorme molécula suele encontrarse sobre todo en la sangre. El emplazamiento y estructura generales del anticuerpo IgM es lo que explica el papel crítico de la molécula en la activación de las respuestas inmunes ante infecciones en el flujo sanguíneo.

La molécula que inicia la cascada del complemento, la C1q, requiere que al menos dos moléculas de anticuerpo IgG se hayan unido a un patógeno antes de poder unirse a ella también en la parte superior. La forma pentamérica del anticuerpo IgM significa que solo se requiere que una molécula de anticuerpo IgM se una al patógeno antes de que la C1q tenga suficientes sitios de unión como para unirse en la parte superior, por lo que el IgM puede activar la cascada de señalización del complemento con gran eficiencia.

IgD

Es la isoforma más expresada en la superficie de la célula B; el anticuerpo IgM también se expresa como inmunoglobulina de superficie.

IgA

La forma dimérica de la molécula del anticuerpo también contiene un componente secretor. Este anticuerpo es producido y secretado por los tejidos linfáticos mucosos, por lo que suele encontrarse sobre todo en secreciones como el moco, la saliva y las lágrimas. El IgA se puede unir y, posteriormente, inactivar a los patógenos que lleguen hasta la mucosa de la nariz o del intestino, ayudando a que sean arrastrados y en su eliminación por medio de los procesos de digestión posteriores.

IgE

Es un tipo especial de anticuerpo de masa pesada que participa solo en las respuestas alérgicas y contra parásitos. Sirve para señalar la necesidad de una respuesta por parte de los mastocitos y los basófilos. Los mastocitos se activan en gran medida con el propósito de desgranularse al unirse a este anticuerpo, provocando respuestas como la tos, los estornudos y otros síntomas asociados a las respuestas alérgicas.