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Enfermedades cardiovasculares

Entre las enfermedades cardiovasculares más comunes están las siguientes:

Arritmia

La arritmia es una enfermedad cardiovascular caracterizada por una frecuencia cardíaca anormal. Hay tres tipos diferentes de arritmias según si el corazón late demasiado rápido (taquicardia) o demasiado lento (bradicardia), o si simplemente lo hace de forma irregular.

  • Se considera bradicardia cuando el pulso en reposo del paciente se mantiene siempre por debajo de los 60 lpm.

  • Se considera taquicardia cuando el pulso en reposo del paciente se mantiene siempre por encima de los 100 lpm.

Fallo en la válvula aórtica

A veces, alguna de las válvulas del corazón puede funcionar mal. Puede deberse a que no se cierra bien o a que no se abre tanto como sería necesario.

  • La válvula aórtica puede no abrirse lo suficiente debido a una enfermedad llamada «estenosis de la válvula aórtica». Esto ocurre cuando las aletas de la válvula se engrosan o endurecen. Esta patología puede causar un volumen sistólico menor y, en consecuencia, un gasto cardíaco más bajo.

  • Cuando la válvula aórtica no se cierra bien, es posible que haya regurgitación. La regurgitación es el retorno del flujo sanguíneo al ventrículo después de que la sangre haya sido bombeada fuera del corazón. Esto puede provocar un volumen sistólico y un gasto cardíaco menores, dado que parte de la sangre regresa al ventrículo. Esto fuerza al corazón a aumentar la fuerza de su contracción y, por tanto, la presión sistólica. Además, puesto que la sangre abandona más rápido la aorta, la presión arterial diastólica disminuye.

Ventrículo izquierdo afectado por un infarto previo

Un infarto es la interrupción del flujo sanguíneo hacia el corazón, normalmente por causa de un coágulo sanguíneo. La interrupción del flujo sanguíneo puede provocar la muerte de parte del tejido cardíaco, lo cual hace que el corazón se vuelva más débil. Una vez que el paciente se ha recuperado del infarto, si, por ejemplo, el ventrículo izquierdo ha sufrido daños, la cantidad de sangre bombeada por el corazón a la aorta (volumen sistólico) disminuye y, consecuentemente, también en el gasto cardíaco.