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Diabetes mellitus

El azúcar, también llamado glucosa, es una importante fuente de energía para el cuerpo humano. Para poder usar esa energía, el cuerpo necesita la hormona insulina. La diabetes mellitus, llamada habitualmente diabetes, consiste en una producción insuficiente de insulina o en que esta sea defectuosa. Esto hace la sangre acumule altos niveles de glucosa que no pueden usarse para obtener energía. Se pueden distinguir dos tipos de diabetes: la diabetes tipo 1 y la diabetes tipo 2. Mientras que la diabetes tipo 1 se caracteriza porque empieza a manifestarse durante la infancia, la diabetes tipo 2 se desarrolla sobre todo en adultos. En concreto, puede causarla una baja producción de insulina por parte de las células beta del páncreas o una baja sensibilidad de las células tisulares a la insulina. En ambos casos, las células tienen dificultades para absorber la glucosa, lo cual provoca un alto nivel de azúcar en sangre, también llamado hiperglucemia. Cuando hay un alto nivel de glucosa en sangre, los riñones tienen dificultades para recuperar toda la glucosa de la orina recién generada, por lo que la glucosa se pierde por la orina. Unos altos niveles de glucosa también provocan que los riñones reabsorban menos agua, lo cual hace que haya que producir mucha orina y puede acabar provocando deshidratación. Con el tiempo, un nivel muy alto de glucosa en sangre puede provocar daños en los nervios oculares y en los tejidos periféricos del cuerpo, así como en los riñones y el sistema cardiovascular. La diabetes puede controlarse mediante mediciones regulares del azúcar en sangre, inyecciones de insulina y cambios en la dieta.