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Deriva genética

La deriva genética es un cambio en las frecuencias alélicas y genotípicas como consecuencia únicamente de la casualidad. Aleatoriamente, algunos individuos tendrán más descendientes que otros, no por una ventaja que les confiera una característica codificada genéticamente, sino simplemente porque un macho resultó estar en el lugar adecuado en el momento adecuado (cuando pasaba la hembra receptora) o porque el otro resultó estar en el lugar erróneo en el momento erróneo (cuando un zorro estaba cazando).

Tanto los conejos que son homocigotos para el gen B con dos alelos B mayúscula, como los heterocigotos para el gen B con un alelo B mayúscula y un alelo b minúscula, son marrones. Los conejos que son homocigotos para los alelos b minúscula son blancos. En la primera generación, hay dos conejos marrones homocigotos, 6 conejos marrones heterocigotos y 2 conejos blancos. La frecuencia del gen B mayúscula está representada por p= 0,5 y la frecuencia del gen b minúscula por q= 0,5. La línea roja que señala conejos que se reproducen rodea tanto a los conejos marrones homocigotos como a 3 conejos marrones heterocigotos. En la segunda generación, hay 4 homocigotos para los conejos marrones con el alelo B mayúscula y 1 homocigoto para el conejo blanco con alelo b minúscula. Para esta generación, p= 0,7 and q= 0,3. La línea roja que rodea a los dos conejos marrones homocigotos indica conejos que se reproducen. En la tercera generación, todos los conejos son marrones y homocigotos para el alelo B mayúscula. p= 1 and q= 0

La deriva genética de una población puede llevar a la eliminación aleatoria de un alelo en una población. En este ejemplo, los conejos con alelo de pelaje marrón (B mayúscula) son dominantes con respecto de los conejos con alelo de pelaje blanco (b minúscula). En la primera generación, los dos alelos ocurren con la misma frecuencia en la población, resultando en valores p y q de 0,5. Solo la mitad de los individuos se reproducen, dando lugar a una segunda generación con valores p y q de 0,7 y 0,3, respectivamente. Solo dos individuos de la segunda generación se reproducen y, por casualidad, en estos individuos el pelaje marrón es dominante homocigotamente. Como resultado, el alelo recesivo b se pierde en la tercera generación.

Las poblaciones pequeñas son más vulnerables a las fuerzas de la deriva genética. Las poblaciones grandes, sin embargo, están protegidas contra los efectos de la casualidad. Si un individuo, en una población de 10 individuos, muere joven y sin dejar descendencia, todos sus genes (un décimo del acervo génico de la población) se perderán de golpe. En una población de 100, eso solo supondría un 1 % de la reserva genética total; por tanto, tendría un impacto mucho menor en la estructura genética de la población.