Hardy-Weinberg
El principio del equilibrio de Hardy-Weinberg sostiene que las frecuencias alélicas y genotípicas de una población son inherentemente estables; a menos que actúe algún tipo de fuerza evolutiva sobre la población, sus frecuencias alélicas y genotípicas no cambian.
La ecuación de Hardy-Weinberg es:
p2 + 2pq + q2 = 1
Esta herramienta matemática nos permite detectar la desviación con respecto de la preponderancia esperada de las versiones de los genes (alelos) y, de ese modo, descubrir las presiones evolutivas que experimenta una población.
Este principio asume condiciones sin mutaciones, migración, emigración o presión selectiva en favor o en contra de un genotipo, además de una población infinita; a pesar de que ninguna población puede cumplir esas condiciones, el principio ofrece un modelo útil con el que comparar los cambios en poblaciones reales.
Incluso Hardy y Weinberg reconocían que ninguna población natural es inmune a la evolución. Las poblaciones de la naturaleza experimentan cambios constantes en su composición genética debido a la deriva genética, a la mutación, a la posible migración y a la selección. Como resultado, la única forma de determinar la distribución exacta de fenotipos de una población es contarlos. Pero el principio del equilibrio de Hardy-Weinberg proporciona a la comunidad científica una base matemática para una población que no evoluciona, a la que se pueden comparar poblaciones que sí lo hacen, y de esa forma inferir qué fuerzas evolutivas pueden estar actuando. Si las frecuencias alélicas o genotípicas se desvían del valor esperado en la ecuación de Hardy-Weinberg, la población está evolucionando.