Optimización del uso de oxígeno
Durante el ejercicio, el cuerpo humano intenta optimizar el uso del oxígeno capturado en los pulmones.
Cuando se hace ejercicio intenso, el consumo de oxígeno del cuerpo humano puede llegar a ser hasta 8 veces mayor que el consumo en reposo antes de estabilizarse. Esta mayor demanda de oxígeno suele cubrirse por medio de un aumento de la frecuencia cardíaca, que a su vez aumenta el gasto cardíaco y, por tanto, la cantidad de sangre (y oxígeno) que llega a los músculos.
No obstante, el gasto cardíaco no puede aumentar tanto como lo hace la demanda de oxígeno. Cuando se sobrepasa este límite, el cuerpo humano cuenta con otro mecanismo para garantizar el suministro de oxígeno a los músculos. Una vez que el gasto cardíaco ha llegado a un punto en el que no puede aumentar más, la única solución es retirar más oxígeno de la hemoglobina; de esta forma, el mismo volumen de sangre proporciona más oxígeno. Esto sucede porque, cuando los músculos aumentan su tasa metabólica, producen grandes cantidades de dióxido de carbono y H+, lo que hace que el pH baje. Cuando esto pasa, la afinidad de la hemoglobina por el oxígeno se reduce, lo cual hace que sea más fácil transferir oxígeno de la hemoglobina al tejido muscular.